“Soy peluquera por casualidad»

Ana Di Rado  asegura que lo más duro fue haber estado tanto tiempo alejada de sus hijos

Adriana Massimini

Después de 43 años de trabajo en su salón de belleza, Ana Di Radio confiesa que sigue peinando a las clientas de siempre, sólo que ahora lo hace a domicilio. Su historia dentro de este negocio revela los cambios que conllevaron la aparición de los centros comerciales en nuestro país.

 —¿Desde qué edad te dedicaste a la peluquería y qué te hizo incursionar en esto?

—Cuando tenía 11 años, una amiga de mi mamá tenía un salón de belleza y me ofrecieron trabajar ayudándola. La verdad es que eso me distraía, era el año 1943. Para la época vivía en mi ciudad natal, Lanciano, Italia.

—Es decir que tú no buscaste serlo.

—Sí, pues, se podría decir que soy peluquera por casualidad ¡pero una buena peluquera! (risas)

 —¿Cómo aprendiste?

 —Pues como dicen en mi tierra, comencé desde la gaveta. Fui aprendiendo poco a poco. Recuerdo que lo primero que hice fue tenderle los ganchitos a mi jefa cuando hacía los peinados. Después fui agarrando experiencia. Ya para cuando llegué a Venezuela en el año 1955, tenía mi certificado de estilista.

 —¿Cómo fue la evolución en  tú trabajo?

—A diferencia de ahora, que en seis meses ya eres peluquera, yo tuve que participar en muchísimos talleres en los que nos preparaban. Pero eso fue lo que me permitió tener la formación que debía para arriesgarme a tener lo que fue el negocio de mi vida, mi propio salón de belleza.

— ¿Qué servicios ofrecía ese salón?

—Todo lo que se hacía para la época (1960- 2003). Corte, tinte, secado, desriz, manicure, pedicure, masajes. Claro que tuve que contratar a cinco empleadas más. Yo sólo me encargaba de los cortes, tintes y peinados.

—¿Cuál era la parte más dura de tu trabajo?

—Como todo negocio había que estar ahí las 24/7. Pasaba mucho tiempo sin mis hijos. Imagínate llegué a cerrar a media noche. Atendía hasta la última clienta siempre.

—¿Qué fue lo que te hizo cerrar el salón?

—La era de los centros comerciales llegó y el pez grande se comió a mi pez chico.

—Pero ¿sigues atendiendo a tus clientas a domicilio?

 —Sí, mis clientas siempre fueron muy fieles y me permitieron seguir con esto así no fuese en el salón. Yo voy a sus casas o ellas vienen a la mía, en la que acondicioné un cuarto para hacer el trabajo.

—¿Resulta rentable hacer el trabajo en casa?

—La cosa es que ya llegué al punto que lo hago por puro gusto y compromiso con mis clientas. Con el tiempo surgió una amistad muy bonita con muchas. Yo creo que eso es lo que más me llena, saber que mis clientas, a pesar de todo, quieren que las siga peinando.

  1. #1 por Antonio Fernández el 24 octubre, 2010 - 9:28 PM

    Adriana, qué tal:
    Título bien, sumario fatal. No se entiende, alejada de qué. Además corto.
    Por ahí una pregunta dice: ¿…tú trabajo? Será tu trabajo.
    ¿Las 24/7? ¿Qué es eso?
    Faltan datos: ¿cómo se llamaba su salón? ¿cómo hizo con el idioma? ¿siempre hubo satisfacción de la clientela? ¿cuántos clientes fijos le quedaron?
    Calificación: 17

  2. #2 por adrimassimini el 31 octubre, 2010 - 1:10 PM

    Hola profe, ahora que lo dice, ciertamente faltaron esos detalles tan importantes.
    Y lo del sumario, lo tomaré en cuenta.

    Gracias

Deja un comentario